domingo, 6 de febrero de 2011

Tabú Latinoamérica: De cara a la muerte

Mientras la mayoría de personas evitan hablar del tema de los muertos, los funerales y el más allá; otros buscan la forma de mantener un contacto con sus seres queridos aún cuando ya han pasado varios años desde su muerte.

En esta ocasión Tabú presenta un capítulo con tres historias en las que sus protagonistas tienen contacto con sus muertos por múltiples creencias que los hacen especiales y extremos en sus regiones. Hombres y mujeres, niños y ancianos; estas comunidades rompen con las reglas y el tabú de la muerte ante los ojos de toda Latinoamérica.

En México, los habitantes celebran cada 2 de noviembre el día de los muertos. Algunos hacen ofrendas a los muertos, rezos e incluso bailes, pero en un pueblo llamado Pomuch sus habitantes no se conforman con esto y quieren vivir la fiesta literalmente juntos. Doña Charo es una de ellos. Cada año visita la tumba de sus padres y limpia sus restos para que sus almas encuentren sus huesos limpios el día de la fiesta. Ella lleva 17 años haciéndolo y esta vez tiene un nuevo ingrediente: su nieta la acompañará por primera vez aunque para ella siempre ha sido una pesadilla pasar por el cementerio.

En Colombia, existe un grupo indígena al norte del país llamado Los Wayuu. Aunque muchos preferirían nunca vivir un entierro de un familiar, para esta comunidad la ceremonia se realiza dos veces para cada muerto. En esta ocasión Gladys y sus familiares viajan desde partes lejanas a un cementerio donde exhumarán el cadáver de los abuelos para darles una última despedida. Luego del contacto con sus huesos, quienes hicieron la exhumación toman un baño de ron. Pero para evitar que los espíritus de los muertos que enterraron no los atrapen, esa noche no podrán dormir esa noche y deberán mantener una dieta estricta.

En un pueblo del interior del mismo país, llamado San Bernardo, los habitantes se momifican por proceso natural luego de morir. Muchos creen que una alimentación especial permite este fenómeno. Sin saber si es cierto o no, ellos viven felices al poder ver el cuerpo del difunto casi intacto incluso muchos años después de haber muerto, tanto que algunos optan por ponerlos en vitrinas para atracción turística. Otros trozan las partes de la momia y las depositan en una urna, para ahora sí darles un último adiós.












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